¿Qué son los sulfitos del vino?

¿Qué son los sulfitos del vino? Es una duda habitual que surge cuando vemos en la etiqueta de una botella la indicación “contiene sulfitos”. Los sulfitos, en realidad, son sustancias que provienen del dióxido de azufre (SO₂) y se forman de manera natural durante la fermentación que realizan las levaduras al producir el vino. Sin embargo, en la mayoría de los casos también se añaden sulfitos de forma controlada para garantizar que el vino se conserve bien, mantenga su color y sus aromas, y esté protegido frente a bacterias o hongos que podrían estropearlo.

De hecho, los sulfitos se utilizan en la elaboración del vino desde hace siglos como conservantes, antioxidantes y estabilizantes.

¿Qué pasa si un vino contiene sulfitos?

Cuando un vino tiene sulfitos, indica que está resguardado frente a la oxidación y al desarrollo de microorganismos no deseados. Gracias a ellos, el vino mantiene su frescura, sabor y estabilidad durante más tiempo. Este compuesto actúa como un escudo que evita que el oxígeno altere el color o que aparezcan aromas y sabores desagradables.

Todos los vinos contienen sulfitos en mayor o menor medida, incluso los que no tienen sulfitos añadidos, porque se generan de forma natural en el proceso de elaboración. Además, los sulfitos contribuyen a que el vino madure de forma adecuada en la botella, evitando la aparición de imperfecciones que podrían estropear su calidad.

¿Qué vino tiene más sulfitos?

Normalmente, los vinos blancos y rosados llevan más sulfitos añadidos que los tintos. Esto se debe a que los vinos tintos, gracias a su contenido en taninos y compuestos antioxidantes naturales de la piel de la uva, son más resistentes a la oxidación y a la actividad microbiana.

Por el contrario, los vinos rosados y blancos necesitan mayores dosis de sulfitos para conservar su tono claro y salvaguardar sus aromas sutiles. Asimismo, los vinos dulces, por su alto contenido en azúcares residuales, requieren más cantidad de sulfitos para impedir que se produzca una nueva fermentación dentro de la botella.

Para que te hagas una idea, la cantidad suele rondar los 200 mg/l en vinos blancos y rosados y 150 mg/l en vinos tintos, aunque depende del estilo y del productor.

¿Qué vino no contiene sulfito?

Encontrar un vino totalmente libre de sulfitos es prácticamente imposible, porque como hemos comentado, los sulfitos se forman de manera natural durante la fermentación. Sin embargo, hay vinos denominados “sin sulfitos añadidos”, lo que significa que el productor no ha incorporado dióxido de azufre extra durante el proceso.

Estos vinos pueden ser más delicados y menos estables, ya que carecen de esa protección adicional que garantiza su buena conservación. Por eso requieren un cuidado especial en la bodega y en el almacenamiento, manteniéndose siempre en condiciones óptimas de temperatura y luz.

¿Dejar respirar el vino elimina los sulfitos?

Dejar que el vino respire al abrir la botella o al servirlo en la copa no elimina los sulfitos presentes en su composición. Lo que sí ocurre es que, al estar en contacto con el aire, el vino deja escapar algunos componentes volátiles, lo que ayuda a suavizar ciertos aromas más intensos o a reducir sensaciones un poco agresivas. Sin embargo, los sulfitos permanecen en el vino, cumpliendo su papel de protegerlo y mantenerlo en buen estado frente a posibles alteraciones.

Conocer bien qué son los sulfitos del vino te ayudará a entender mejor su proceso de elaboración y el motivo por el que están presentes en prácticamente todas las botellas de vino que encontramos en el mercado. Gracias a los sulfitos, el vino mantiene sus características intactas desde que sale de la bodega hasta que lo disfrutas en tu copa. 

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